sábado, 26 de septiembre de 2009

Generación X

Como invitado al G8, España ha reclamado más ayuda al desarrollo. Ban Kimoon, un representante africano y Zapatero inauguraron este verano una mesa creada con el objetivo de diseñar planes para la erradicación del hambre en el mundo. Iluminados por el espíritu práctico de la época, firmamos (ellos: nosotros) conclusiones en euros. El compromiso: firme. Nada de objetivos: números. Aplausos desde la desesperación. Tic, tac.

Mentira: El porcentaje cubierto de las ayudas prometidas no ha superado el 5%. Crisis. Qué pena. Qué mierda. Ya está bien.

La generación X ha tomado el poder, pero amordazada. Nacimos del crack de los valores, desarrollamos un estoicismo olímpico y actualmente representamos una multitud globalmente comunicada. Promete. Las redes están echadas. Determinamos gobiernos, abolimos dogmas, dirigimos el curso de la economía a través de un consumismo mimético, autoalimentado. Hacemos honor a nuestra mejor virtud: un desprestigio congénito. Aplausos sordos. Empujamos entre bastidores: Reforma inmediata del capitalismo, abolición de fronteras, economía social por decreto, limitación del capital, desarme global... Tic, tac. Otro muerto. La mano está tendida. Qué pena. Qué mierda. Cambio o desobediencia civil. No podemos esperar más.

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